Determinar claramente los objetivos de la lección, es el primer paso y elemento importante que en ocasiones se deja de lado. Reflexionar sobre los objetivos y definirlos en términos precisos va a permitir una adecuada preparación de las clases. Se trata de establecer que se espera que los alumnos sepan o sean capaces de hacer como resultado del proceso educativo.
Una vez fijados los objetivos, se hace preciso seleccionar los contenidos, considerando el nivel y los conocimientos previos de los estudiantes, así como el tiempo del que disponemos para toda la asignatura, para no caer en el error de un exceso de detalle o contenido de temas, ya que la profusión de detalles sin una buena organización puede confundir y desorientar al alumno.
Una correcta organización de los contenidos en temas convenientemente estructurados y con una secuencia temporal de aprendizaje, permite un correcto reparto del tiempo y adecuar el ritmo de aprendizaje a lo largo del curso o a la dificultad de conceptos y principios. Los contenidos no deben presentarse de forma excesivamente abstracta, los primeros niveles necesitan ilustraciones y aplicaciones que relacionen conocimientos con experiencias previas.
Debemos recordar siempre que somos formadores mas que informadores. No se trata de dar información, especialmente en esta era en que la cantidad de la información es sencillamente abrumadora. Pero lo mas importante es dar herramientas y el enfoque informativo que le permita al estudiante entender esa información.
